"Rasgo A: La tendencia a
atacar con argumentos ad Hominem cuando experimenta dificultades para
respaldar con el razonamiento verdaderamente lógico sus puntos de vista.
Rasgo
B: La tendencia a "catalogar" como pseudo-escépticos a los visitantes
de este blog que no comparten sus puntos de vista, calificando sus
argumentos como "síntomas típicos", "características distintivas" o
cualquier otra expresión que deje listo al visitante para el etiquetado
final.
Rasgo C: La ignorancia del método realmente científico.
Rasgo D: Acusar a sus oponentes del uso de recursos falaces que él mismo utiliza"
Utilizaré este ejemplo y la discusión siguiente para analizar un poco más de las prácticas y características de los seguidores del seudo-escepticismo.
I - La forma usual
Como se puede notar de inmediato, el "análisis" de "Carlos" es la típica descalificación seudo-escéptica: parece un resumen pero es en realidad una platicada, sin ejemplos ni citas que soporten las posiciones. Incluso considera de innecesario a absurdo que se le solicite fundamento:
"(Con buena probabilidad Grr me solicitará que indique puntualmente los casos concretos que dan pie a mis señalamientos)"
Y cuando, según él, ofrece el soporte requerido, lo hace a la típica guisa de su religión:
"Respecto a lo que solicitas,
sin problema. Comencemos con el soporte para el Rasgo A: tu último
comentario. Hazme saber si requieres más ejemplos. En caso de que sea
suficiente, pasaremos a los demás rasgos."
El cree que no tiene más que apuntar a algún lugar y decir que eso constituye su soporte, porque ni sabe ni entiende que un soporte requiere de citas contrastadas, explicaciones claras y en general un trabajo argumentativo que seguramente ve en este blog pero es incapaz de relacionar con sus intentos, mucho menos creer que es un requerimiento razonable, como lo expresa su cita de "anticipación" y "preclaridad".
II - Hijo de tigre, pintito
A ningún lector de este blog debería sorprender tal comportamiento. Como se ha visto tiro por viaje, es el comportamiento rígidamente uniforme que los maestros del seudo-escepticismo enseñan a sus aprendices: afirmar cosas sin pruebas o respaldo, rodeándolas de cientifiquísimos golpes de pecho y promesas de ser muy escéptico y muy librepensador para impresionar a los más crédulos e incapaces, esos que luego vienen aquí a increparme por no ser un divulgador profesional y por tanto ser indigno de contrastar los dichos de sus maestros.